Desde la mirada del historiador Roy Hora.
Argentina, a partir de 1880, se encontraba en un proceso de gran transformación debido al cambio que experimentaba en cuanto a lo económico y social. Esto se debió principalmente a las inmigraciones en masa, a la adopción de las nuevas tecnologías, en cuanto al transporte y su relación con el capital británico, además de las exportaciones e importaciones que se llevaban a cabo.
En cuanto al primer punto resaltado, se puede mencionar que el gobierno argentino de ese entonces, implementaba políticas a modo de atraer inmigrantes –preferentemente ingleses y franceses- con promesas económicas en cuanto a lo salarial y a la disponibilidad de las tierras.
Cabe señalar, que los que llegaron al país mayormente correspondían hombres en edad productiva, y debido a esto los habitantes económicamente activos pasaron a representar un porcentaje elevado en cuanto a la población total. A su vez, hubo incremento en la esperanza de vida, de 33 años en 1869, de 40 en 1905 y a 48 en 1914.
Por otro lado, la llegada de las innovaciones tecnológicas, entre ellas el ferrocarril, provocaron un avance en materia económica. Por lo tanto, la expansión de este medio de transporte favoreció a la producción agrícola puesto que acortaba distancias, a su vez que permitía al sector agrario expandir sus horizontes.
Asimismo, se desarrollaron los frigoríficos para la conservación de los alimentos, que posibilitó el traslado a grandes distancias de productos perecederos que anteriormente solo se comerciaban en el mercado local. También, el telégrafo submarino permitió una comunicación más efectiva entre Buenos Aires y Europa, para integrar los mercados de capital y mercancías.
En ese sentido, según Hora, las inversiones extranjeras fueron determinantes para dinamizar la economía argentina, ya que estos apostaban fuerte por la infraestructura, el sistema de transporte y los frigoríficos mencionados anteriormente.
Por otra parte, las importaciones se dieron por el incremento en el consumo de la población y las nuevas demandas de insumos y bienes de capital, como por ejemplo el carbón, locomotoras y rieles para el ferrocarril, además de otros insumos para la agronomía.
A raíz de las mejoras en cuanto a ganadería, se produjo un efecto positivo en las exportaciones de ovinos, en cuanto a carne y lana. Vale destacar que el principal comprador fue Gran Bretaña.
Fuente bibliográfica:
- HORA, Roy. “El boom exportador”, en: Historia Económica de la Argentina en el siglo XIX. Cap VI. 165-208