Un Dodge 1500 GT 100 y una cámara Super-8. Con esos dos objetos empezó el relato de "Primer Apóstol", de Adriano Duarte. No fue una elección caprichosa. Respondía a una búsqueda concreta, narrar desde el retrofuturismo.
Contar una historia situada en el pasado, con tecnologías que en su momento marcaron una idea de futuro y que hoy parecen fósiles. "El hecho de grabar lo íntimo no se inventó con los smartphones", afirmó.
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De la colección Claroscuros de Moglia Ediciones. |
Antes estuvieron las Super-8, las polaroids, los VHS y las cámaras descartables. Objetos que desaparecieron del uso cotidiano, pero que todavía cargan con sentidos. "Me encantaba desenterrarlos y resucitarlos en mis relatos", sostuvo Duarte.
En ese escenario apareció la Planta de Agua. Una construcción abandonada en medio del monte. "Como esos templos antiguos devorados por la vegetación, que nadie sabe muy bien de qué época son y quiénes los frecuentaron", remarcó.
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Super-8, una cámara con historia. |
Uno de sus personajes principales de la obra es un hombre misterioso que oficia como "Guardián del Umbral". Era quien marcaba el paso del mundo real al infierno y abría el portal para la pareja.
La historia se apoya en una pareja que decide filmar su viaje. "Me interesaba contar una historia terrible y a la vez entretenida", resaltó. Y recordó las matinées del Cine Colón, las tardes en el videoclub Cinco Estrellas y los VHS de terror que veía con su hermano.
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The Evil Dead, clásico de los 80. |
El monte correntino como escenario posible, con un claro guiño al estilo de La Masacre de Texas y The Evil Dead. "Primer Apóstol" nacía de allí, como un homenaje. Como una forma de volver a esas películas que marcaron su gusto por escribir.
Había un culto. Había referencias. ¿Era real? "La historia está inspirada en hechos reales. Se cambiaron los nombres y algunos eventos para preservar la identidad de sus protagonistas". No dio más detalles. Y no los necesitó.