AURORA, CIUDAD DE SECRETOS Y RITUALES

David Saade imaginó una ciudad con una biblioteca donde José Hernández aparece junto a Hermes Trimegisto. Sostiene que eso en Corrientes o Misiones no pasaría. En Aurora sí. 


Hermes T. en el mural de la Catedral del Siena.



Aunque tiene mucho de esas provincias, la ciudad funciona con otras reglas. Esconde secretos, rituales, presencias. No está en los mapas.

Demian vuelve y todo lo que dejó sin resolver reaparece. En la ciudad y en él. Durante su infancia fue atormentado por un demonio. La vuelta lo enfrenta con eso.

"Muchos elementos de horror presentes en la novela tienen que ver con la maldad que subyace en el ser humano", señaló el autor. 




Esa maldad alimenta a criaturas como el Señor Gusano. Lleva -justamente- gusanos que se meten en el cuerpo, se alimentan del odio y llevan a la locura.

La historia arranca desde una pregunta, "¿realmente podría existir algo que nos observa desde el otro lado?". No hay recuerdo ni imagen como punto de partida. Lo que sostiene el relato es el miedo. Las marcas que no se borran. Lo que uno cree haber dejado atrás.

                                                         
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 David Saade.                               
                                                   

Saade no sabe si hay un miedo personal metido en la novela, pero recuerda cuando, de chico, lo asustaban con el diablo. Lo mismo le pasa a Demian. Para él, hay una línea que resume todo. Las escenas entre Demian y el villano Mandinga. Ese diablo con el que a todos nos asustaban de chicos.

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