LEYENDA GUARANÍ DEL FUEGO



Este relato se remonta a los comienzos de la segunda Tierra pues, la primera, había sido destruida por los pecados de los humanos.
En el comienzo del nuevo mundo, la suprema divinidad, Ñamandú, creó diferentes seres. Entre estos se encontraban los humanos.

En ese momento, el dios también hizo lo propio con Karaí, quien tenía la misión de controlar y repartir el fuego por el mundo.

Karaí, en contra de los planes de su creador, entregó el fuego a gigantes come humanos. Por ende, la humanidad quedó a la deriva.

Ñamandú observó aquello y tomó la decisión de caminar por la Tierra convertido en humano. Una vez allí, buscó a un valiente sapo, Kururú, para así robar las brasas y dárselas a los humanos.

Fue entonces que el dios se presentó ante los gigantes, quienes rápidamente lo pusieron sobre una fogata para comérselo. Kururú permanecía escondido entre la maleza.

En un momento dado, Ñamandú pateó las brasas y, el sapo, tomó una de ellas. A continuación, ambos huyeron de ahí y depositaron el fuego en un árbol de laurel.
Luego de su travesía, instruyó a la humanidad para obtener fuego por la fricción de aquella madera de laurel. Mientras tanto, los gigantes fueron convertidos en cuervos por la divinidad.




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